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19 nov 2011

EL PERRO EN EL CÓDICE DE LA CRUZ-BADIANO.


Por: Raymundo Flores Melo*
Sin duda, el perro ocupó un lugar destacado en el México prehispánico: fue nombre de un día en el calendario, víctima sacrificial, alimento en fiestas, parte de rituales para pedir lluvia y, claro, acompañante de los antiguos mexicanos en la vida y la muerte.
Por sus atributos positivos, el itzcuintli, también fue considerado ingrediente en algunos remedios como se menciona en el llamado Códice de la Cruz-Badiano.
Martín de la Cruz es el autor del “Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis”, en tanto que el indio xochimilca Juan Badiano lo es de la traducción al latín. Este documento fue escrito en 1552 para honrar a don Francisco de Mendoza, hijo del primer virrey de la Nueva España don Antonio de Mendoza.

Su destino era la corte española del emperador Carlos V pero los azares del destino lo depositaron en varios lugares de Europa hasta llegar a los archivos del Vaticano.
A fines del siglo pasado (XX), cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari decide restablecer, de manera oficial, relaciones diplomáticas con el papado, Juan Pablo II lo devuelve a México (1990) y es depositado en el Museo Nacional de Antropología e Historia, lugar donde ahora se conserva.
En él están contenidos un gran número de remedios para curar una gama de dolencias, curaciones donde se mezclan el empirismo indio, los dogmas de la España del siglo XVI y algunas prácticas supersticiosas.
El perro como ingrediente lo encontramos en tres de esas recetas, las cuales transcribimos a continuación:
F.8 r.


Caspa. Alopecia
Bien lavada con lejía caliente la cabeza furfurácea, se pone el jugo de hierbas silvestres agrias, bien molidas, bien coladas.
Cuando se secó, se unta una pomada confeccionada con hiel de perro, zorra, topo, gavilán, golondrina, mergo, codorniz y atzitzicuilotl, todo en una base de asientos de pulque.
El que padece de este mal beba una poción de pulque caliente, con miel no calentada. Tenga mucho cuidado de no dormir antes del almuerzo. Pasado el almuerzo, no salga a ninguna parte o corra; tampoco trabaje.[1]
F. 9 r.
Caída del pelo
Se detiene la caída del pelo lavando la cabeza y aplicando a ella la hierba de nombre xiuhamolli, triturada y cocida en orina de perro o de ciervo y con ranillas y animalejos ahuatecolotl.”[2]
F. 54 v.
Mal olor de las axilas, o sea caprino
El que tenga este olor rancio a chivo, entre al baño bien preparado y con sumo cuidado lávese la cuenca de las axilas. Cuando salga, lávese con el jugo de la hierba chiyahuaxihuitl, con moledura de huesos de hombre y de perro, que sea reciente ésa, y de toda clase de hierbas que huelen bien. Con ello podrá perder el olor a chivo.”[3]
La hiel, la orina y el hueso molido del perro mesoamericano, eran parte de los remedios contra la caspa, la caída de cabellos y el mal olor de axilas. Si el perro es el compañero de los antiguos mexicanos a lo largo de su jornada de trabajo, también comparte con ellos este apartado de la vida cotidiana.
Noviembre de 2011.
*Integrante del Consejo de la Crónica de Milpa Alta.



[1] DE LA CRUZ, Martín y Juan Badiano. Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis. México, FCE-IMSS, 1991, p.19
[2] Ibíd. p. 19
[3] Ibíd. p. 79