En caso de prevalecer la idea de que el xoloitzcuintle con pelo necesariamente debe ser uniforme y oscuro, otro problema que aparecerá será el drástico corte del pool genético, ya que en diversas líneas modernas existen patrones cromáticos diversos, en especial, blancos con manchas y también “negro y fuego” y sus variantes, lo anterior sin entrar en detalles acerca de la presencia o ausencia de máscaras y otros fenómenos cromáticos. No bastaría con eliminar del programa de reproducción a los perros con pelo de estas familias ya que también se deberían eliminar a los ejemplares desnudos que porten tales cargas genéticas. Muchos criadores en México y otros países han llevado minuciosos registros genealógicos por muchas generaciones, suficientes para hablar de una raza pura en términos zootécnicos. No obstante, ningún criador, ni siquiera los pioneros pueden tener certeza acerca de los antecedentes de sus líneas. Ciertamente el problema de permitir ciertos colores abre la posibilidad a la deshonestidad ya que como es ampliamente conocido, existió y probablemente exista la práctica de la cruza con otras razas. Sin embargo, tampoco se trata de un criterio absoluto ya que así como hay razas con patrones reconocibles, también existen razas o individuos monócromas que podrían haber sido utilizadas o utilizables en tales actos perniciosos.
De acuerdo con lo anterior una propuesta sería aceptar una gama amplia de colores, que al menos deben incluir al blanco, al negro, al blanco con manchas, al amarillo-rojo, al gris, al café y también al patrón negro y fuego y sus variaciones. Esto permitiría mantener coherencia con la información histórica y con la población existente, tanto en al lugar de origen como en los programas actuales de crianza. Por otro lado, patrones excesivamente específicos, por ejemplo el manchado tipo dálmata o posiblemente el mirlo, podrían ser desechados dada su baja incidencia y en el último caso, por sus consecuencias de salud.
Probablemente sea tiempo de dejar atrás la conocida práctica de “adivinar” los ancestros de otras razas simplemente por el color y en vez de ello, un registro riguroso que implique pruebas de paternidad mediante el DNA podría ser la solución de ahora en adelante. No es posible afirmar que un hermano “es” xolo y otro “no es” simplemente a partir del color. Todos lo son. Cuáles se considerarán típicos es un concepto distinto. Insistir en que toda variabilidad cromática es producto de cruces con otras razas es una aseveración sin fundamentos y que atenta con la integridad de varios criadores en la actualidad. Finalmente, existen razas que aceptan amplísimas gamas cromáticas tales como el whippet y el chihuahueño. El xoloitzcuintle podría ser una más de ellas y de esta manera mantener su diversidad ancestral e incluso reflejar el Contacto entre América y Europa, que a final de cuentas es parte de la historia de la raza y del Continente Americano.
Referencias:
Hernández, Francisco. 1959 Historia natural de las cosas de la Nueva España. Obras completas, tomo III, Tratado Quinto. México UNAM
Hernández Escampa-Abarca, Marco. 2010 La construcción social del xoloitzcuintle moderno. En Sistemas biocognitivos tradicionales. Asociación Etnobiológica Mexicana, Global Diversity Foundation, UAEH. EL Colegio de la Frontera Sur, Sociedad Latinoamericana de Etnobiología.
Sahagún, Bernardino de. 1998. Historia General de las Cosas de Nueva España. Madrid. Alianza.
Seler, Edward 2008. Las imágenes de animales en los manuscritos mexicanos y mayas. Casa Juan Pablos. México, D.F.
Valadez, Raúl, Alicia Blanco, Bernardo Rodríguez y Christopher Götz. Perros pelones del México prehispánico. Archaeobios. Vol 3, No. 1, diciembre 2009.
De acuerdo con lo anterior una propuesta sería aceptar una gama amplia de colores, que al menos deben incluir al blanco, al negro, al blanco con manchas, al amarillo-rojo, al gris, al café y también al patrón negro y fuego y sus variaciones. Esto permitiría mantener coherencia con la información histórica y con la población existente, tanto en al lugar de origen como en los programas actuales de crianza. Por otro lado, patrones excesivamente específicos, por ejemplo el manchado tipo dálmata o posiblemente el mirlo, podrían ser desechados dada su baja incidencia y en el último caso, por sus consecuencias de salud.
Probablemente sea tiempo de dejar atrás la conocida práctica de “adivinar” los ancestros de otras razas simplemente por el color y en vez de ello, un registro riguroso que implique pruebas de paternidad mediante el DNA podría ser la solución de ahora en adelante. No es posible afirmar que un hermano “es” xolo y otro “no es” simplemente a partir del color. Todos lo son. Cuáles se considerarán típicos es un concepto distinto. Insistir en que toda variabilidad cromática es producto de cruces con otras razas es una aseveración sin fundamentos y que atenta con la integridad de varios criadores en la actualidad. Finalmente, existen razas que aceptan amplísimas gamas cromáticas tales como el whippet y el chihuahueño. El xoloitzcuintle podría ser una más de ellas y de esta manera mantener su diversidad ancestral e incluso reflejar el Contacto entre América y Europa, que a final de cuentas es parte de la historia de la raza y del Continente Americano.
Referencias:
Hernández, Francisco. 1959 Historia natural de las cosas de la Nueva España. Obras completas, tomo III, Tratado Quinto. México UNAM
Hernández Escampa-Abarca, Marco. 2010 La construcción social del xoloitzcuintle moderno. En Sistemas biocognitivos tradicionales. Asociación Etnobiológica Mexicana, Global Diversity Foundation, UAEH. EL Colegio de la Frontera Sur, Sociedad Latinoamericana de Etnobiología.
Sahagún, Bernardino de. 1998. Historia General de las Cosas de Nueva España. Madrid. Alianza.
Seler, Edward 2008. Las imágenes de animales en los manuscritos mexicanos y mayas. Casa Juan Pablos. México, D.F.
Valadez, Raúl, Alicia Blanco, Bernardo Rodríguez y Christopher Götz. Perros pelones del México prehispánico. Archaeobios. Vol 3, No. 1, diciembre 2009.