Por: Raymundo Flores Melo
El diario de Frida Kahlo: Un íntimo autorretrato[1]
es el nombre con el que se ha bautizado a este cuaderno con pinturas, dibujos y
documentos de la autoría de Frida Kahlo. En él, la artista, plasma sus gustos,
emociones: sus sentires a lo largo de sus últimos diez años de vida (1944-1954).
El contenido pictográfico lo hace
singular, así como varias cartas dirigidas a Diego Rivera y las pequeñas
anotaciones y poemas. Aunado a ello, encontramos varias hojas del diario
dedicadas a los perros, en especial al xoloitzcuintle, tipo de can a quien la
pareja Rivera-Kahlo tenía en alta estima por ser una herencia del México
prehispánico.
Así tenemos, en una colorida
lámina, llamada Danza al Sol - donde abundan los tonos ocres rojizos,
amarillentos y anaranjado- a dos xoloitzcuintles alrededor de los cuales bailan
figuras antropomorfas con cabezas perrunas, a manera de un rito propiciatorio
de fertilidad, donde las mamas de una perra recién parida parecen subrayar dicha
finalidad. ¿El color de la xoloitzcuintle representada tiene que ver con la
tradición mesoamericana, de que un perro bermejo es el encargado de pasar a los
muertos al otro lado del río para poder llegar al Mictlán? ¿La ilustración
representa la dualidad vida-muerte?
Luego está un dibujo, donde los trazos de crayones, color violeta, morado,
amarillo y naranja, aunados a motivos florales y vegetales, reflejan el estado
de ánimo de la pintora, se presentan dos pequeños perros bermejos jugando con
una serie de hilos que recorren la totalidad de la escena envolviendo a los
cachorros y a dos madejas que parecen ser el origen del entramado.
De igual forma encontramos un
boceto que, al parecer, en un primer momento, iba a representar a la misma
Frida Kahlo, al que fueron agregadas abundantes y espesas barbas. Frente a él-ella
tenemos a un perro que semeja a un xoloitzcuintle que parece estar atado de
cuerpo y patas, bajo el cual se lee la palabra “PERRO”.
Sin embargo, dentro de estos
dibujos y pinturas, destaca uno dedicado al Señor
Xólotl, donde se hace referencia al papel que tenían los perros para ayudar
a los hombres fallecidos a llegar al Mictlán. Allí se le llama al perro “Embajador de la República Universal de
Xibalbá Mictlan, canciller y ministro Plenipotenciario”, haciendo
referencia al inframundo maya que era regido por las divinidades de la muerte y
la enfermedad: Hun Camé y Vucub Camé, así como, al reino de Mictlantecuhtli,
dios de la muerte de la mitología nahua.
En dos hojas aparte, y como
quinto espacio dedicado al perro, está otro apunte donde La Capulina, una de las perras de Frida Kahlo, es representada en
varios bocetos.
Todas estas ilustraciones, como
lo dijera Sarah M. Lowe, “trasmiten inmediatez de sensaciones de primera mano
transcritas y plasmadas en el papel”[2],
así como reflejan la dualidad de vida y muerte. La vida en un ritual de
fertilidad que tiene como parte central a una perra xoloitzcuintle color
bermejo y la muerte dónde “El señor Xólotl” es nombrado embajador del Mictlan, representante
ante la pelona, una muerte “tan
pelona como sus adorados perros itzcuintli”[3],
como anotara Carlos Fuentes Macías, refiriéndose a Frida Kahlo Calderón, a
aquella mujer que detenía todo con su presencia.
rayflome@gmail.com
Noviembre de 2013.