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24 nov 2013

XOLOS Y PERROS EN EL DIARIO DE FRIDA KAHLO.



Por: Raymundo Flores Melo

El diario de Frida Kahlo: Un íntimo autorretrato[1] es el nombre con el que se ha bautizado a este cuaderno con pinturas, dibujos y documentos de la autoría de Frida Kahlo. En él, la artista, plasma sus gustos, emociones: sus sentires a lo largo de sus últimos diez años de vida (1944-1954). 

El contenido pictográfico lo hace singular, así como varias cartas dirigidas a Diego Rivera y las pequeñas anotaciones y poemas. Aunado a ello, encontramos varias hojas del diario dedicadas a los perros, en especial al xoloitzcuintle, tipo de can a quien la pareja Rivera-Kahlo tenía en alta estima por ser una herencia del México prehispánico.

Así tenemos, en una colorida lámina, llamada Danza al Sol  - donde abundan los tonos ocres rojizos, amarillentos y anaranjado- a dos xoloitzcuintles alrededor de los cuales bailan figuras antropomorfas con cabezas perrunas, a manera de un rito propiciatorio de fertilidad, donde las mamas de una perra recién parida parecen subrayar dicha finalidad. ¿El color de la xoloitzcuintle representada tiene que ver con la tradición mesoamericana, de que un perro bermejo es el encargado de pasar a los muertos al otro lado del río para poder llegar al Mictlán? ¿La ilustración representa la dualidad vida-muerte?

Luego está un dibujo, donde  los trazos de crayones, color violeta, morado, amarillo y naranja, aunados a motivos florales y vegetales, reflejan el estado de ánimo de la pintora, se presentan dos pequeños perros bermejos jugando con una serie de hilos que recorren la totalidad de la escena envolviendo a los cachorros y a dos madejas que parecen ser el origen del entramado.

De igual forma encontramos un boceto que, al parecer, en un primer momento, iba a representar a la misma Frida Kahlo, al que fueron agregadas  abundantes y espesas barbas. Frente a él-ella tenemos a un perro que semeja a un xoloitzcuintle que parece estar atado de cuerpo y patas, bajo el cual se lee la palabra “PERRO”.

Sin embargo, dentro de estos dibujos y pinturas, destaca uno dedicado al Señor Xólotl, donde se hace referencia al papel que tenían los perros para ayudar a los hombres fallecidos a llegar al Mictlán. Allí se le llama al perro “Embajador de la República Universal de Xibalbá Mictlan, canciller y ministro Plenipotenciario”, haciendo referencia al inframundo maya que era regido por las divinidades de la muerte y la enfermedad: Hun Camé y Vucub Camé, así como, al reino de Mictlantecuhtli, dios de la muerte de la mitología nahua.

En dos hojas aparte, y como quinto espacio dedicado al perro, está otro apunte donde La Capulina, una de las perras de Frida Kahlo, es representada en varios bocetos.

Todas estas ilustraciones, como lo dijera Sarah M. Lowe, “trasmiten inmediatez de sensaciones de primera mano transcritas y plasmadas en el papel”[2], así como reflejan la dualidad de vida y muerte. La vida en un ritual de fertilidad que tiene como parte central a una perra xoloitzcuintle color bermejo y la muerte dónde “El señor Xólotl” es nombrado embajador del Mictlan, representante ante la pelona, una muerte “tan pelona como sus adorados perros itzcuintli”[3], como anotara Carlos Fuentes Macías, refiriéndose a Frida Kahlo Calderón, a aquella mujer que detenía todo con su presencia.

rayflome@gmail.com
Noviembre de 2013.


[1] KAHLO CALDERÓN, Frida.  El diario de Frida Kahlo: Un íntimo autorretrato. México, La  Vaca Independiente, 1995,  296 pp.
[2] Ibíd. p. 26
[3] Ibíd. p. 24