Como todos sabemos, si se cruza
un xoloitzcuintle sin pelo con un perro distinto (mestizo o de otra raza), es
probable que algunos cachorros resulten desnudos. Este tipo de intrusiones ha
sucedido desde la época del Contacto y prosigue hasta nuestros días. Antes de
proseguir, resulta relevante recalcar que las intrusiones no son la causa de la
existencia del xolo con pelo, ya que éste siempre ha existido como parte primigenia y complementaria de la raza
dual.
Aunque el xoloitzcuintle moderno como
conjunto se relaciona con las poblaciones prehispánicas, el fenotipo (aspecto)
y genotipo (carga genética) se han transformado en el tiempo. Desde mediados
del siglo XX se ha creado un registro canófilo a través del cual se conoce la
genealogía de los xoloitzcuintles inscritos. No obstante, la mayoría de los
xolos del país no se encuentran registrados, lo cual plantea una serie de
dificultades a la hora de establecer con precisión los límites reales de esta
raza. No basta con carecer de pelo para que un perro se constituya como un
xoloitzcuintle sin pelo legítimo y además existen los xoloitzcuintles con pelo.
Existe el registro inicial, es
decir que un perro que no tenga pelo puede ser presentado ante un inspector
quien decidirá su incorporación al registro oficial. Esta opción no existe para
un xoloitzcuintle con pelo. A partir de semejante acontecimiento, se comienza
un linaje que poco a poco se irá estableciendo y haciendo constar en los libros
de orígenes. Tal procedimiento resulta necesario para continuar con el registro
de la raza y además todos los linajes comenzaron de esta manera. Sin embargo,
el problema es que aunque estos perros sean fenotípicamente considerados
xoloitzcuintles, es probable que algunos en realidad sean mestizos, incluso muy
recientes o en alta proporción, aunque porten el gen de la alopecía. Con la finalidad de compensar la situación,
los xolos con registro inicial reciben un certificado conocido como certificado
genealógico (papel color verde). Únicamente tras transcurrir tres generaciones y completarse
así el árbol genealógico, se emite el pedigree internacional (papel azul).
Operativamente, ambos registros permiten que el perro acceda a los mismos
derechos, aunque formalmente, la raza pura se logra hasta obtener el pedigree
azul. En realidad, numéricamente, esto debería extenderse a seis generaciones,
pero el proceso se ha reducido a tres generaciones como forma de fomento a la
crianza tanto del xoloitzcuintle como del chihuahueño.
A menos que hablemos de
conformaciones extremas como la del bulldog o de un galgo, la mayoría de los
perros presentan una estructura moderada denominada mesomorfa. Esto quiere
decir que si perros de diferentes razas de pronto perdieran el pelaje, lucirían
razonablemente parecidos. Debido a esto, mientras se manejó la raza como
desnuda y erróneamente se descartaron a los xolos con pelo de la crianza
oficial y de la definición misma de la raza, el xoloitzcuintle mostró un
aspecto público tolerablemente uniforme. El gran dilema comenzó cuando se
concientizó acerca de la importancia del xolo con pelo y éste recuperó la
visibilidad. Resulta que existen xolos con pelo largo, corto, ondulado, duro,
de diversos colores etc. Ahora el proceso de imagen es al revés, perros
desnudos de pronto se cubren con toda esta gama de pelajes y el resultado
visual es que muestran una gran diversidad, que no es compatible con la
definición de una raza establecida.
Lo anterior se debe al hecho de
que uniformizar mediante crianza selectiva al perro desnudo pudo generar cierto
consenso en estructura, proporciones, orejas (levantadas) y otros puntos, pero
el pelaje era una variable oculta. Se pudo haber hecho esto por tres
generaciones o por mil, de todas formas, sin control, el pelaje iba a resultar
sumamente variable al ser examinado, dadas las circunstancias de la raza. Al
mismo tiempo, hay que comprender que la variabilidad en parte es intrínseca a
la raza porque hay evidencia razonable para argumentar una gran gama cromática
en términos históricos. No obstante, otras cualidades del pelaje, como su largo
y textura se pueden y deben restringir ya que únicamente el pelaje corto es
compatible con el contexto tropical de la raza. Por otro lado, las orejas
erectas son propias de los perros de tipo primitivo. Es decir que una manera
adecuada para haber definido el manto del xolo con pelo pudo ser: corto y en
todos los colores.
Un conjunto de perros de la misma
raza deben ser identificables a simple vista como tales. Es decir, la imagen
juega un papel importante. Esta premisa y el conocimiento de las cruzas
descontroladas realizadas por parte de muchas personas por razones diversas
(descuido, desconocimiento, falta de conciencia, fines comerciales, intento de
introducir características de otras razas como el tamaño, etc.), fundamentó una
reacción muy dura a la hora de crear la actual norma en cuanto al xolo con
pelo. Acertadamente se definió el pelaje como corto y se mantiene la idea de
las orejas erectas, pero el color se transformó en un problema. Hay colores que
ayudan a definir ciertas razas, por ejemplo el manchado del dálmata es
emblemático. Otros colores, de manera similar aunque menos precisa, se
relacionan visualmente con ciertas razas. Ciertamente, si se realizara la cruza
hipotética entre un doberman y un xolo estándar, el doberman aportaría genética
para que ocurriese el patrón negro y fuego. Sin embargo, este mismo color
existió en América desde tiempos antiguos y entonces resulta ineficiente
afirmar que un xolo con pelo dado, es de color negro y fuego por razones del
mestizaje. Tan simple como que el color no es diagnóstico de pureza para el
xoloitzcuintle debido a su riqueza cromática inherente.
Aún así, la decisión fue
contundente y se partió de la imagen del xoloitzcuintle desnudo para generar el
prototipo del xolo con pelo. De esta manera, los colores aceptados de manera
oficial para el pelaje, son los mismos que pueden existir en la piel del xoloitzcuintle
desnudo. Esto resulta inadecuado por dos razones. La primera y más evidente es
que la piel y el pelaje obedecen a genes diferentes y por lo tanto no se
expresan correlativamente. La segunda es que al hacer esto, se restringió a una
amplia parte del pool genético de la raza sin necesidad real alguna.
Paradójicamente, se permite pelaje vestigial de cualquier color en un xolo
desnudo, implicando que seguirán apareciendo todos los colores portados, pero
no visibles, cuando estos animales se reproduzcan. La consecuencia es un ciclo
constante de producción y descarte de xoloitzcuintles con pelaje por razones
del color.
En cuanto a la población no
registrada, si bien existen linajes razonablemente manejados, la demanda de
cachorros y el desconocimiento de los compradores han provocado un aumento en
la oferta. La gente simplemente adquiere un perro sin pelo y lo considera como
xoloitzcuintle, así de fácil. Desafortunadamente, esto muchas veces no es así,
y por duro que sea, muchos supuestos xolos son simplemente perros mestizos que
además heredaron el gen de la desnudez. Un claro ejemplo son los perritos muy
pequeños, pero con cabeza de manzana, vendidos como xoloitzcuintles miniatura, cuando en realidad
son cruces con chihuahueño. Si se añade el hecho de que frecuentemente las personas suelen desear la
reproducción de sus compañeros caninos, cuando esto se realiza sin control, lo
único que se genera es mayor dispersión. Por otro lado, con cierta guía,
algunos de estos ejemplares muy alejados de la norma, podrían progresivamente
producir descendencia cada vez mejor. Un caso dramático es cuando algunos de
estos perros pelones pero con cargas genéticas intrusas extremas pasan la
inspección y se incorporan al registro. El resultado es por ejemplo, el xolo de
pelo demasiado largo. En un sentido, son xolos porque sus padres están registrados,
pero a la vez se alejan en demasía de la
definición de la raza. En el mejor de los casos, son xolos muy atípicos que por
esa misma causa no deberían perpetuarse. La única alternativa sería estabilizar
una forma de pelo largo, lo cual hasta el momento no tiene fundamento teórico. Cabe
mencionar la diferencia entre camadas y líneas completas portando esta
característica respecto a un ejemplar aislado en un linaje de perros
mayoritariamente de pelo corto. El segundo caso puede interpretarse como
producto del azar genético mientras el primer caso denota una anomalía en el
pool.
Ante tantas dificultades, ha surgido incluso
la propuesta genética para tratar de aportar en la “purificación” del
xoloitzcuintle. Esta visión resulta sumamente radical ya que consiste en establecer un patrón genético,
tomando como referencia ADN antiguo obtenido de una muestra arqueológica. En la
medida en que un perro moderno se acerque más al perfil genético establecido,
será “más puro” o “más legítimo”.
Existen objeciones posibles y relevantes a esta propuesta. En primer
lugar, la distancia entre la población prehispánica y la moderna. Por otro
lado, la baja representatividad del
perfil, ya que un solo perro antiguo no necesariamente muestra cómo era toda la
población de su época. También está el problema de qué marcadores se utilizarán
y si estos realmente reflejan el fenotipo (aspecto). Sin embargo, aún cuando este tipo de
propuestas puede ser útil, lo más preocupante es que los estándares genéticos,
al ser manejados por una o pocas personas pueden ser utilizados políticamente
en beneficio de ciertas familias de xolos y en detrimento de otras. Existe la
posibilidad de familias enteras de xoloitzcuintles con largos registros y
correctamente manejados que puedan aún así, alejarse respecto al patrón
genético. De algún modo, aunque los estudios son relevantes para el
conocimiento científico, para la crianza pueden ser vistos como tratar de matar
moscas con cañones. No es necesaria
tanta sofisticación y se corre el riesgo de iniciar una cacería de brujas sin sentido
al distinguir a ciertos linajes como “originales” y a otros como
“contaminados”. Conceptualmente sería como buscar la raza aria pura, cuando se
sabe que toda la humanidad, al igual que el xolo moderno se ha enriquecido
genéticamente por procesos diversos.
El xoloitzcuintle con pelo aún
afronta un proceso antes de lograr su estabilización. Requiere de difusión ya
que aún en el presente mucha gente ignora acerca de su existencia. Por otro
lado, se requiere apoyo institucional para facilitar su registro, reproducción
y presentación en público. Si bien la norma actual representa un avance
importante y por lo tanto una oportunidad, aún es susceptible de mejoría, en
especial en cuanto a la ampliación de la gama cromática permitida. Los
propietarios debemos hacer una reflexión autocrítica para ubicar cada ejemplar
que se posee en el complejo panorama. Si bien todos los perros, independientemente
de su condición, merecen cuidado y son dignos, no necesariamente poseen la
carga genética necesaria para apoyar la continuidad de tan querida raza. Hay
que fomentar el registro y la crianza responsables y sobre todo tratar de
lograr los mejores fenotipos posibles pero en concordancia a la verdadera
naturaleza de tan apreciado animal. Solamente así, el xoloitzcuintle seguirá
existiendo como herencia cultural y biológica de nuestro país.