28 dic 2011

LACONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL XOLOITZCUINTLE MODERNO. PARTE II


Por: Marco Antonio Hernández
Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos. Doctorado en Antropología.



Datos científicos sobre el xoloitzcuintle.

Investigaciones recientes han demostrado que la ausencia de pelo en perros es causada por la duplicación de 7 pares de bases en el código genético localizado en la región FOXI3. Dicha mutación resulta monogénica, autosómica y semi- dominante, no obstante, de carácter semiletal (Drögemüller et al, 2008). Esta condición genética afecta el ectodermo embrionario, resultando no sólo en la ausencia de pelaje sino también en una dentadura simplificada e incompleta, así como en modificaciones glandulares (Valadez, 1995) Debido al carácter semiletal de esta condición, los embriones homocigóticos nunca nacen y por lo tanto la población es necesariamente mixta entre individuos sin pelo (heterocigóticos) e individuos con pelaje normal que no portan la mutación.
La evidencia arqueológica sugiere que la mutación se originó en México occidental. Posteriormente el comercio, las migraciones así como la difusión pasiva diseminaron al perro sin pelo a través de México central y el área Maya hasta Honduras. El comercio por la costa del Pacífico puede explicar la presencia de perros sin pelo en América del Sur (Mendoza y Valadez, 2003) Además de su papel dentro de la mitología y el ritual, el perro en general tuvo un uso alimenticio en Mesoamérica. Este hecho se respalda en el hallazgo de huesos asociados a contextos domésticos y que presentan evidencia de cortes y cocción (Rodríguez Galicia et al, 2001).

Rescatando al xoloitzcuintle.

Documentos coloniales mencionan diferentes tipos de perros que existieron en tiempos prehispánicos en México. La lista incluye a varios tipos de perro con pelaje así como al xoloitzcuintli, descrito como carente de manto. En las primeras interpretaciones e incluso en trabajos más recientes, cada uno de estos tipos fue entendido como razas aisladas, tal y como si hubiese existido crianza por separado en términos zootécnicos modernos (Valadez, 1994). En vez de ello, se prefiere interpretar la clasificación etnozoológica prehispánica de perros, como una clasificación nativa cuyo orden interno permanece sin ser estudiado a fondo. De hecho, algunas categorías, por ejemplo el llamado “Itzcuintepozotli”, posiblemente no se refieren a entidades biológicas tangibles sino que podrían responder a términos simbólicos o bien a una traducción incorrecta. Lo único cierto es que desde la perspectiva de la sociedad urbana mexicana de mediados del siglo XX, estas descripciones etnohistóricas fueron algunas de las primeras evidencias acerca de la existencia de una “raza” de perro mexicano sin pelo.
El conocimiento de los datos etnohistóricos así como la presencia esporádica de individuos aislados de perros sin pelo en contextos urbanos, alimentó la idea de una raza canina nacional y milenaria, lo cual concordó con el espíritu nacional-idealista del momento. El resultado fue que se organizaron expediciones a la Cuenca del Río Balsas para “rescatar” a la raza. Paradójicamente, estas expediciones fueron realizadas principalmente por extranjeros, considerados como pioneros de la raza, destacando entre ellos el coronel inglés Norman Wright y la condesa Lascelles de Premio Real. Los xoloitzcuintles “rurales” obtenidos durante estas expediciones fueron la base del programa de cría moderno. La adición esporádica de más ejemplares “rurales” ha sido una constante desde entonces (Valadez y Mestre, 1999. Valadez y Mestre, 2007).


Los pioneros de la raza y los primeros criadores interpretaron la presencia de cachorros con pelo como consecuencia de la impureza racial, ya que el xoloitzcuintle prehispánico original debió mezclarse con otros tipos de perros durante su periodo de exilio. Indudablemente, fue así, pero no es la causa de la aparición de cachorros con pelo. Aquí resulta evidente la idealización propia del espíritu nacionalista de la época. Los expedicionarios fueron en busca de un pre-concepto: una “raza prehispánica” y cualquier elemento anómalo a tal discurso se explicó como un agente externo, que empañaba el prístino y deseable estado original de lo nacional-mexicano. Pronto el perro mexicano sin pelo se convirtió en un símbolo nacionalista y fue incluido en las obras de varios artistas, incluidos Diego Rivera y Frida Kahlo entre otros. No obstante, la propiedad de uno de estos perros permaneció restringida a intelectuales y magnates en los contextos urbanos.
Dentro de la idealización nacionalista y hasta el día de hoy, los xoloitzcuintles han sido considerados “fosiles vivientes” de la “época azteca”. Es importante mencionar que la construcción del discurso arqueológico y la interpretación de las estratigrafías se encontraban en proceso de creación en aquel entonces. La verdadera antigüedad y las secuencias cronológicas eran bastante desconocidas aún. Por otro lado, la existencia de documentos coloniales proporcionaba una mejor idea de la cultura mexica o azteca.
Todo discurso nacional implica la noción del “otro”. Bajo las condiciones descritas, los “otros” fueron primero “los españoles” y por extensión, todos los poderes extranjeros, incluido el norteamericano, que pudieran poner en peligro a la Nación. En este sentido, los bien conocidos aztecas que pelearon a muerte defendiendo la patria se transformaron en un ejemplo a seguir. Vistos como poderosos y nacionalistas, los aztecas a su vez se transformaron en sinónimo o representantes de todo lo prehispánico. Además, la nostalgia de un gran Imperio promovía el concepto de lo nacional en cuanto a ideal que debía alcanzarse. De hecho, la inclusión de elementos aztecas, incluido el xoloitzcuintle, en obras como la de Frida Kahlo, pueden interpretarse con esta connotación (Helland, 1991). Otra consecuencia de esta ideología nacionalista fue el olvido de las demás formas caninas con pelo, al grado que pronto toda evidencia relacionada con “perro” fue interpretada como referente a “xoloitzcuintle” de manera exclusiva. En los murales y pinturas nacionalistas de la época no aparece ningún perro con pelo, tal y como se puede observar en Palacio Nacional.