19 mar 2012

XOLOS DE AYER, XOLOS DE HOY



Por: Raymundo Flores Melo.
Varios xoleros y personas interesadas en el tema se han preguntado, al observar las fotografías antiguas de xoloitzcuintles, aquellas imágenes donde Frida Kahlo, Diego Rivera, el norteamericano Guillermo Spratling[1], el inglés Norman Pelham Wrigth y La Condesa Lascelles de Premio Real aparecen al lado de este tipo de canes, ¿qué tanto los perros pelones mexicanos actuales se parecen a aquellos traídos de la región de la cuenca del río Balsas, específicamente de algunos poblados del estado de Guerrero, en los años 30’s y 50’s del siglo XX?.
Las imágenes de esos primeros xoloitzcuintles llegados a la ciudad de México, nos hablan de un animal color sólido, de cuerpo ligeramente alargado, extremidades un poco cortas, cuyas orejas en ocasiones se encontraban erguidas y con poco pelo en cabeza, cola y patas. Así es, un perro de tamaño mediano, tirándole a chaparro, de ese tipo de perros que se muestran con Frida Kahlo en una serie de fotografías tomadas en 1944 por Lola Álvarez Bravo.
Posteriormente (1955), cuando Wrigth hace sus tres expediciones[2], buscando perros pelones con ciertas características, es cuando podemos encontramos un xoloitzcuintle con un cuerpo más esbelto, extremidades armónicas en relación a su cuerpo y con orejas erectas, conservando en su mayoría el color sólido y algunos presentando manchas.
Eran xoloitzcuintles de extracción rural que dieron paso, a lo largo de estos últimos setenta años, al xoloitzcuintle moderno. El aspecto ha cambiado debido a las cruzas realizadas por los criadores en búsqueda de mejorar ciertas características del animal, aquellas que para el criador resultan deseables. La selección ha llevado, a lo largo de este tiempo, a fijar un estándar racial y a tener tres diferentes tamaños: estándar, mediano y pequeño.
Sin embargo, y aquí viene el pero de la situación, el xolo ha alcanzado una sobre dimensión que ha tenido como consecuencia la aparición de ciertos problemas de salud que antes estaban ausentes como lo es la displasia de cadera. Es como si los criadores estuvieran en constante lucha por incrementar el tamaño de sus canes, haciendo que estos se vean cada vez más robustos y en algunos casos propiciando el incremento de xolos tipo mariposa y colores claros cuya piel, si no tiene el cuidado necesario, sufre quemaduras con el sol.
Claro, hay criadores comprometidos con el bienestar de la raza que han mantenido a sus perros dentro de un rango aceptable, manejando y registrando de manera adecuada sus cruzas, pero también hay aquellos que no llevan control alguno e incluso realizan cruzas arbitrarias, es decir, a su completo capricho.
Sólo hay que mirar a dos xoloitzcuintles que han ganado varios premios: Hermoso (Caliente) y Tenango (Arena) y compararlos con las viejas imágenes para darnos cuenta de la transformación con miras a obtener una moña como premio.
Si bien, el papel del criador es el de mejorar una raza, tal pareciera que en el caso del xoloitzcuintle, es el de lograr perros cada vez más grandes o más pequeños pues son los más solicitados, los más vendibles. Incluso, algunos perros han ganado premios saliendo del estándar que marca la federación en lo referente a la altura.
En este punto es bueno recordar que el actual intermedio y el estándar no muy alto son los tamaños más parecidos a los perros xoloitzcuintles rurales, esto es, aquellos perros que podemos admirar en las fotos de la primera mitad del siglo pasado.
Marzo de 2012.


[1] VALADEZ AZÚA, Raúl y Gabriel Mestre Arrioja. Xoloitzcuintle del Enigma al siglo XXI. México, UNAM-IIA/FXCC/ARTENACIÓN, 2008, p. 68
[2] Ibíd. p. 71

5 mar 2012

COSAS DE XOLOS


Por: Raymundo Flores Melo

A los poseedores de un xoloitzcuintle les ha sucedido una que otra anécdota en torno al comportamiento de su mascota, tanto de las buenas, como las que podemos calificar como “malas”. Destacando, claro, las positivas y aquellas que alegran el día.

Dentro de estas tenemos de todo como en botica. Están las que ponen de manifiesto el espíritu cazador del xolo persiguiendo aves, ratas, lagartijas y pequeños animales con los que se topa; otras que hablan de protección a los miembros de la familia, de fidelidad y cariño a su dueño; sin dejar de lado las que dan cuenta de su gran apetito y el gusto con el que ingieren toda una gama de alimentos… De su curiosidad casi infantil.

De las anécdotas sobresalen las que hablan del rechazo por su rareza o la sorpresa de la gente al toparse con un xoloitzcuintle vivo, frente a frente, y no poder saber como clasificarlo ni siquiera tener la certeza de lo que es, si tocarlo o no tocarlo…

También tenemos las que hacen que nos molestemos con ellos. Cuando acontecen, sólo hay que ver la cara de circunstancia que pone el pequeño can alertado por el tono voz, tal pareciera que se apena por lo que hizo y que no quiere ser la causa del enfado, todo esto alternado con un corto y rápido movimiento de cola, y orejas gachas.

Entre los sucesos negativos, en el caso de los machos – de cualquier raza – esta el marcar su territorio en el lugar menos indicado (para nosotros), lo que se convierte en un eterno limpiar y lavar el sitio y objetos afectados. Justo este tipo de evento es el que trae a la memoria un pequeño relato de lo sucedido al muralista mexicano Diego Rivera (1886-1957).

Xólotl, aquel xoloitzcuintle que fue representado por Frida Kahlo en algunas de sus pinturas[1] es el protagonista de la misma. Según nos cuenta Martha Zamora[2], este perro era el preferido de los Rivera, pues resulta – prosigue, citando a la crítica e historiadora de arte, Raquel Tibol – que un buen día “éste ‘echo sus aguas’ sobre unas acuarelas del maestro, quien lo persiguió para matarlo con su machete. El perro hizo un mohín de arrepentimiento y Rivera acariciándolo le dijo: ‘Señor Xólotl, emperador de Xibalba, Señor de las Tinieblas, es usted el mejor crítico de arte’[3].

De “crítico de arte” de la obra de Rivera, pasando por un buen acompañante y amoroso xolo, debemos concluir, por todo lo que suscita por donde pasa y hace, que como este perro mexicano, que ha pervivido durante siglos como compañero de los antiguos y nuevos mexicanos, no hay dos.


Marzo de 2012.

[1] Me refiero a El Abrazo de Amor de El Universo, La Tierra (México), Yo, Diego y el Señor Xólotl, 1949. (Colección J. y N. Gelman) y a Xibalba-Alado-Xólotl-7 ríos (Soñado por FrIda Kahlo) de la colección de Rafael Coronel.

[2] ZAMORA, Martha. Frida, el pincel de la angustia. México, Edición de la autora, 1987, p. 377

[3] Ibíd. p. 377