Sentados en la escalera, Diego Rivera y Frida Kahlo, miran hacia la cámara. En la imagen plasmada se ve, en los brazos de la pintora, un perro pelón y, a la espalda del muralista, un pequeño can de pelo negro. Diferentes pero complementarios se ha dicho de la pareja pero la frase también puede aplicarse a los dos canes presentes[1].
Para muchos puede resultar extraño que en cada camada de perros xoloitzcuintles nazcan individuos con pelo y sin pelo, sin embargo, esta es una de sus características. Durante la primera mitad del siglo XX se pensó que era una anomalía debido a la cruza de perros xoloitzcuintles con otras razas y una gran cantidad de cachorros fue sacrificada por sus criadores en búsqueda de la pureza. El tiempo y las investigaciones científicas, desarrolladas en los últimos decenios del siglo pasado, demostraron la dualidad de xolo[2]. Dualidad que no había pasado desapercibida para la mentalidad de los pueblos mesoamericanos que emplearon al xoloitzcuintle en algunos rituales asociados a la fertilidad y la lluvia[3].
Si bien, la dualidad del xoloitzcuintle ha sido comprobada por la ciencia, todavía en este siglo XXI siguen repitiéndose prácticas antiguas: hay criadores que no quieren aceptar la evidencia y no sólo eso, sigue el sacrificio de los cachorros con pelo esgrimiendo toda una serie de pretextos: “la madre los agrede”, “no los quiere la perra”, “quitan alimento a los pelones”, “nacieron débiles y murieron”, “nadie los quiere” o de plano negando su existencia: “yo tengo puros pelones”, “en mí línea nacen únicamente sin pelo”.
Y aún hay más, los mismos que deberían apoyar sin reserva al xoloitzcuintle por su valor cultural, son los mismos que, desde sus puestos directivos, han obstaculizado el que se dé una mayor difusión al xoloitzcuintle con pelo, mismos que le han negado participación junto a sus hermanos pelones en pistas, aplicando un nuevo estándar y poniendo trabas en el registro de los xolos peludos, quitándoles así un derecho y poniendo en tela de juicio el trabajo de los criadores.
En una de las fotografías encontradas en la Casa Azul de Coyoacán, aparece Matilde Calderón, madre de Frida, está en el patio con delantal y un plato de comida, a su alrededor varios xoloitzcuintles y un perro con pelo, ligeramente superior en tamaño a los demás pero con la misma conformación, todos a la expectativa, excepto el peludo que ha pasado a los hecho y lame plácidamente el plato con la complacencia de la mujer.
Es esto lo que queremos que pase con nuestros xoloitzcuintles con pelo, que vivan y convivan con los mexicanos, como sus ancestros lo hicieron en otros tiempos, cuando todavía no se les discriminaba por la presencia de pilosidad en su cuerpo, cuando todos comían de un mismo plato.
La pareja de artistas fueron de los primeros en tener xoloitzcuintles en esta gran urbe que es la ciudad de México, con ellos convivían las dos variedades, ¿por qué no seguir su ejemplo?
Octubre de 2011.
*Integrante del Consejo de la Crónica de Milpa Alta.
rayflome@gmail.com
[1] VALADEZ AZÚA, Raúl y Gabriel Mestre Arrioja. Historia del xoloitzcuintle en México. México, UNAM-IIA-MDOP-Cámara de Diputados, 1999, p. 27
[2] Ibíd. p. 127. Véase también: VALADEZ AZÚA, Raúl y Gabriel Mestre Arrioja. Xoloitzcuintle del Enigma al Siglo XXI. México, UNAM-IIA-FXCC-Artenación. México, 2007, 9-16 pp.
[3] MUÑOZ CAMARGO, Diego. Historia de Tlaxcala.
Referencia: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/89147394320125030510235/p0000006.htm#I_30_