Por: Raymundo Flores Melo.
Recostada en su cama, Frida gira
un poco la cabeza y mira a la cámara. Su
expresión dice mucho del dolor que encierra su cansado cuerpo. Atrás, en la cabecera,
hay varias fotografías pegadas. Destacan dos - por tamaño y ubicación -, aquellas donde aparece junto al muralista
Diego Rivera.
En una de ellas, la de mayor
formato, Rivera se encuentra cargando un pequeño xoloitzcuintle y, a su lado,
tocando al perro, Frida que en su mirar refleja la admiración que siente por el
pintor. Han pasado ya algunos ayeres desde que se capturó la imagen.
Pese a su estado de salud, ella esta
peinada con gruesas trenzas negras que le rodean la cabeza, a la manera – como
dijera un periódico de la época – de Tehuantepec[1],
y engalanada con vistosos anillos de colores azul, verde y plata en una de sus
manos. Con la otra toca a un perro xoloitzcuintle, cuya piel oscura esta llena
de pequeñas manchas que revelan que no se trata de un ejemplar joven.
El perro, con mirar desconfiado,
se haya sobre el piso, recargando dos de sus patas en la cama de la
convaleciente. La pintora lo toca por que quiere recibir su calor, sentir
aquella calidez propia que da la cercanía con otro ser vivo[2].
Calor que a la vez es caricia reconfortante para el alma. El xoloitzcuintle es
el perro macho consentido de los Rivera-Kahlo. Es el “Señor Xólotl”, aquel que “firmó” también algunas de las acuarelas
del maestro Rivera[3].
Dicen que los xoloitzcuintles
tienen propiedades curativas, que su calor hace disminuir el dolor muscular y
de las articulaciones, vencer la inflamación producida por la mala digestión,
es decir, es remedio contra el reumatismo, los cólicos y el dolor de estomago.
Dolencias bien diferentes a las que encontramos en el códice De la Cruz-Badiano (Siglo XVI) que –
refiriéndose a los perros del México antiguo en general – prescribe como
ingredientes la hiel, la orina, y los huesos de los canes contra padecimientos
como la caspa, la caída de pelo y el mal olor de axilas[4].
En los pueblos originarios los perros tenían un
lugar importante en lo referente a la salud, pues en ellos eran depositados,
con solo tocarlos, una serie de males que, de no hacerlo, desembocarían en la
muerte o en una grave enfermedad de la persona o de algún miembro de su familia,
principalmente de los niños pequeños, como consecuencia del llamado “aire” que
puede encontrase al pasar por algunos lugares[5].
Si bien, la tradición popular,
pone en lugar destacado las propiedades curativas del perro contra el “aire”,
así como paliativo de diversos dolores, hoy en día los xoloitzcuintles son
usados como compañías de personas alérgicas, así como compañeros en una serie
de terapias donde el contacto es fundamental. A la manera de modernos
terapeutas, al interactuar con las personas, ayudan a mejorar la calidad de
vida del ser humano.
Dan tanto cariño que, con el sólo
hecho de que nos acompañen, debemos darnos por bien servidos.
Abril de 2012.
[1]
Diario Excelsior, miércoles 14 de julio de 1954 escrito bajo el
seudónimo de “Bambi”, transcrito en LOZANO,
Luis-Martín. Frida Kahlo. El Círculo de los afectos. Colombia, Cangrejo
Editores, 2007, p. 126
[3]
ZAMORA, Martha. Frida, el pincel de la angustia. México, Edición de la autora,
1987, p. 377
[4]
FLORES, Raymundo. El perro en el Códice De la Cruz-Badiano. En http://itzcuintli.blogspot.mx/2011/11/el-perro-en-el-codice-de-la-cruz.html
[5] SILVA GALEANA, Librado. In
milla chichime innemiliz, in tlen itech innematiliz. Los perros. En
Estudios de Cultura Náhuatl, 19: 431, IIH, UNAM, México, 1989, p. 433