Por: Raymundo Flores Melo.
El perro, eterno acompañante del
hombre, en este y en el otro mundo, ha seguido por decenios al campesino
mexicano a las tierras de labor para ayudarle como guardián de sus cultivos y
ganados. Su relación con el maíz va mucho más allá del solo hecho de cuidarlo
ante hurtos y evitar el posible perjuicio causado por otros animales.
Después de la creación del hombre,
en la era del Quinto Sol, Quetzalcóatl, uno de sus dioses creadores y protector,
estaba preocupado, junto con otras deidades, del mantenimiento del nuevo ser.
Buscando con que proveerlos encontró en su caminar a una hormiga roja cargada
de un grano de maíz, le preguntó de donde lo había sacado. La hormiga, al
principio, no quiso decirle el lugar pero después, ante la insistencia divina,
al fin se lo dice. Entonces Quetzalcóatl se transforma en una hormiga negra
para ir con la otra al lugar de los mantenimientos y sacar el maíz.
Logra hacerse del preciado grano
y llevarlo a Tamoanchan, entonces el maíz es masticado por los dioses y puesto
en la boca del hombre.[1]
El dios encargado de darle de comer al género humano es Xólotl, según lo menciona la Histoire de Mechique, crónica cuya
autoría - de la versión original en español - es atribuida a Fray Andrés de
Olmos, quien probablemente la compuso en año de 1546:
“Luego que fueron hechos (el hombre y la mujer), los alimentó un dios
llamado Xólotl, que quiere decir ‘Gallos de Indias’, el cuál los alimentó con
tortilla mojada y no con leche”.[2]
Importante es mencionar que fray
Gerónimo de Mendieta – religioso franciscano igual que el anterior - también arroga
a Xólotl la alimentación del nuevo ser pero dice que lo sustenta con leche de
cardo.[3]
Es posible que el perro de barro,
encontrado en Colima, en el área cultural que se ha denominado Occidente de
México, que tiene una mazorca en el hocico, de forma alegórica, haga referencia
a este suceso mítico: Xólotl, el dios perro, gemelo de Quetzalcóatl, le da de
comer y/o proporciona maíz al hombre.
Pero la relación maíz-perro se
vuelve más compleja. El perro también es un animal sacrificial para pedimento
de lluvias como lo deja ver, para el centro de México, la crónica escrita por
Diego Muñoz Camargo, llamada Historia de
Tlaxcala[4]. Así mismo, el cánido es usado en diversas
fiestas prehispánicas como las que marcan el inicio del año maya que fray Diego
de Landa menciona en su relación.[5]
Con estos ejemplos, su vinculación con la agricultura y la lluvia queda
manifiesta.
Investigaciones actuales han buscado relacionar el ciclo reproductivo
del perro y el ciclo agrícola del maíz con los siguientes resultados para el
centro y parte del sureste de México: la existencia de camadas en dos
diferentes periodos anuales bien definidos, esto es, la presencia de “Camadas
de perros, cuando la siembra concluye, camadas de perros, cuando la cosecha
termina[6].
Coincidencia que, a decir de los autores, permitía la posesión del bien, en
este caso los cachorros, para usarlos en las diferentes celebraciones como
comida o como parte del ritual, ya fuera este de inicio de año o como pedimento
de lluvia ante sequías.
Al maíz lo encontramos
íntimamente ligado a la cotidianidad del hombre mesoamericano, pues, además de
ser su base alimentaria, en el terreno simbólico esta relacionado con la muerte
y el renacimiento. Era un elemento que, al igual que el perro, representaba
fertilidad y prosperidad.
El historiador Enrique Florescano
ha identificado al dios del maíz como una de las representaciones más antiguas
de lo que sería Quetzalcóatl[7],
héroe cultural y benefactor del hombre en Mesoamérica, si a eso conjuntamos que
Xólotl, el dios perro era una advocación de la Serpiente emplumada en su paso
al inframundo y que al perro mesoamericano se le daba un papel relevante en el
tránsito del muerto rumbo al Mictlán, nos encontramos con que el maíz, el perro-Xólotl
y Quetzalcóatl parecen tener una asociación importante en el terreno simbólico
del pensamiento de los antiguos mexicanos.
Octubre de 2012.
[1] TENA
MARTÍNEZ, Rafael (edit.) Mitos es historias de los antiguos nahuas.
Paleografía y traducciones. México, CONACULTA, 2011, p. 181
[2]
Ibíd. p. 149
[3]
MENDIETA, Gerónimo de. Historia Eclesiástica Indiana.
México, CONACULTA, 1997, p. 182
[6]
VALADEZ, Raúl y Alicia Blanco. Perros, maíz, el México prehispánico
en AMMVEPE, Vol. 16, No. 2, Marzo-Abril, 2005, p. 67
[7]
FLORESCANO, Enrique. Quetzalcóatl y los mitos fundadores de
Mesoamérica. México, Taurus, 2012, p. 23